El gasto mundial en energía, como proporción de la producción económica, está destinado a disminuir drásticamente debido a que la demanda mundial de energía disminuirá a partir de 2035, según el Energy Transition Outlook de DNV GL. El cambio históricamente significativo en nuestras necesidades energéticas se debe en gran medida a la rápida electrificación y a su eficiencia. La reducción de las emisiones de carbono de la combinación de fuentes de energía se reflejará en las tendencias de inversión y el dinero gastado en energías renovables se triplicará para 2050. Por el contrario, el gasto en combustibles fósiles se reducirá aproximadamente en un tercio. En general, la tasa de gasto energético se ralentizará hasta tal punto que a mediados de siglo, como porcentaje del PIB, el mundo gastará un 44% menos que en la actualidad.
Desde la era industrial, el crecimiento económico y el uso de la energía han ido de la mano, pero esta relación se disociará definitivamente en 2035, cuando la demanda de energía comience a caer y el PIB siga aumentando.
"La transición es innegable. El año pasado, se agregaron más gigavatios de energía renovable que los de combustibles fósiles y esto se refleja en dónde están poniendo su dinero los prestamistas", comenta Remi Eriksen, presidente del Grupo y CEO de DNV GL.
Fotovoltaica y eólica, protagonistas
Los combustibles fósiles desempeñarán un papel importante, aunque reducido, en nuestro futuro energético, ya que su cuota de la combinación energética pasará de alrededor del 80% en la actualidad al 50% a mediados de siglo y la otra mitad procederá de las energías renovables. El gas natural se convertirá en la fuente más importante en 2026 y cubrirá el 25% de las necesidades energéticas mundiales en 2050. El petróleo alcanzará su punto máximo en 2023 y el carbón ya lo ha alcanzado. La energía solar fotovoltaica (16% de la oferta mundial de energía) y la eólica (12%) se convertirán en los actores más importantes entre las fuentes renovables, ya que ambas cubrirán la mayor parte de la nueva demanda de electricidad.
La tendencia a la electrificación ya está afectando a la industria del automóvil. Para 2027, la mitad de los coches nuevos vendidos en Europa estarán alimentados por baterías y lo mismo ocurrirá cinco años más tarde en China, India y Norteamérica. Esto contribuirá a una reducción global de la cuota del sector del transporte en la demanda energética mundial, que pasará del 27 % al 20 % en 2050.
La reducción de las necesidades de energía se reflejará en la inversión, y el gasto total descenderá del 5,5% actual al 3,1% del PIB mundial. Como los combustibles fósiles tendrán una porción más pequeña de un pastel más pequeño, el gasto caerá alrededor de un tercio hasta los 2,1 billones de dólares. Esto se verá compensado por la triplicación tanto de las energías renovables (2,4 tm USD) como del gasto de la red (1,5 tm USD). La naturaleza del gasto también se alterará en el caso de los proyectos eólicos y solares, que normalmente requieren una mayor inversión inicial y menos gastos operativos, al contrario de lo que ocurre con el petróleo y el gas.
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