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Criterios para la elaboración de un plan eficaz de descarbonización

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 Criterios para la elaboración de un plan eficaz de descarbonización

La descarbonización es, hoy, protagonista indiscutible del debate que vive el sector energético.  Grandes corporaciones de todos los sectores, sobre todo del ámbito industrial, desarrollan planes de descarbonización para sus instalaciones de producción y centros de trabajo.

La mayor parte de las compañías establecen metas, más o menos, ambiciosas para reducir o eliminar sus emisiones de gases de efecto invernadero en un determinado horizonte temporal. Sin embargo, tras la validación de los objetivos por parte de los equipos de Estrategia o de RSC y una vez trasladados a todos los niveles de la organización, surge la pregunta clave: “Y ahora, ¿cómo alcanzo estos objetivos?”. El método es lo que se cuestionan muchos ejecutivos a cargo de operaciones de negocio o de gestión de plantas industriales.

La pregunta es importante y exige una respuesta profunda y concreta. Para empezar, existen múltiples estrategias sobre cómo abordar la reducción de huella de carbono en una empresa, consecuencia de la medida y de la toma de acciones sobre los denominados alcances 1, 2 y 3, referidos a emisiones de CO2 directas del negocio, a emisiones indirectas relativas a consumos de energía y a otras emisiones indirectas. Estas estrategias son muy variadas y abarcan desde nuevos enfoques tecnológicos de sustitución de equipos y procesos y políticas de adquisición de energía de origen renovable, hasta la actualización de la cadena de proveedores imponiendo criterios de descarbonización. Todas son estrategias válidas, pero hay unas mejores que otras en cuanto a la relación existente entre el coste y el beneficio.

En cualquier caso, un Plan de Descarbonización debe ir mucho más allá de enumerar acciones para abordar la reducción sistemática de emisiones de CO2.  Dicho Plan debe ser una auténtica hoja de ruta integral para transformar cada organización en su conjunto. Por ello, el diseño de un buen Plan de Descarbonización requiere tener en cuenta diferentes aspectos clave de cara a su efectividad y eficiencia. Entre los factores determinantes destacan la dimensión tecnológica, la evolución del mercado, el marco regulatorio y la evolución del consumo de energía en cada compañía.

En primer lugar, se debe planificar el correcto mix de tecnologías que la empresa necesite según su grado de madurez. No todos los consumos térmicos son “electrificables”, ni todas las tecnologías verdes son apropiadas para los procesos industriales. Por ello, resulta fundamental estudiar con tecnólogos expertos diversas fuentes renovables como la biomasa, el biogás, la energía solar térmica de alta temperatura o, el tan de moda hoy, hidrógeno. No todas las tecnologías gozan del mismo grado de desarrollo para invertir en ellas.

En segundo lugar, es imprescindible tener en cuenta los precios y mercados a futuro de los diferentes combustibles. El Plan de Descarbonización debe contar con una visión experta del mercado de futuros de electricidad, gas, CO2, certificados verdes y otras posibilidades, dada la gran volatilidad existente y su impacto en los costes, en función del horizonte temporal.

En tercer lugar, es clave analizar el panorama regulatorio y considerar el entorno normativo, inmerso en una constante evolución, tanto a nivel nacional como europeo. En los últimos años estamos viendo una avalancha de nuevas normativas promovidas desde el Gobierno y desde Bruselas como los Planes Nacionales de Energía y Clima, la Estrategia Global de Descarbonización o el rediseño del mercado europeo de comercio de derechos de emisiones de CO2, que priorizan unas estrategias de descarbonización frente a otras. A este respecto, y gracias a los planes de recuperación previstos a raíz de la pandemia, vivimos un momento absolutamente excepcional. Los Fondos Europeos derivados del Programa ‘Next Generation EU’ y el Plan Nacional de Recuperación ‘España Puede’ favorecerán la transformación digital, verde e industrial de nuestro país. Las compañías que cuenten con un plan de descarbonización claro, concienzudo y alineado con estas prioridades estarán, sin duda, mejor posicionadas para recibir algún apoyo.

En último lugar, pero de vital importancia para las empresas, es contar con previsiones claras y certeras sobre la evolución de la demanda de energía. Conocer cómo evolucionarán las necesidades de energía de una serie de instalaciones en un escenario tan cambiante como el actual resulta, sin duda, un ejercicio arriesgado. Para gestionar bien este riesgo es conveniente realizar diferentes simulaciones de escenarios y análisis de sensibilidad que permitan estimar distintos impactos y, por tanto, decidir mejor.

En síntesis, la elaboración de un plan de descarbonización eficaz debe ir mucho más allá de la mera recopilación de medidas de reducción de emisiones de CO2. Es necesario que el plan tenga en cuenta el contexto social y político, que incluya diferentes perspectivas y aúne recomendaciones desde áreas muy dispares. El plan, sobre estas bases, debe hacer apuestas firmes y concretas en cuanto a tecnologías, mercados y estrategias para así definir caminos directos de actuación. Un plan de descarbonización vertebrado sobre estas palancas será clave para que las empresas afronten con garantías de éxito un futuro más verde, más digital y sostenible.

 

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Artículos sobre energía | 30 de marzo de 2021 | 2546

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