Adivinar el futuro siempre ha sido cosa de magia, y más si el momento actual es de inestabilidad y cambio a nivel mundial. Lo mismo ocurre en el sector energético. Sin embargo, podemos percibir ciertas tendencias que nos indican el camino que seguirá el mundo de la energía en los próximos años.
Recientemente se ha clausurado la COP22 de Marrakech y se han ratificado los acuerdos de la COP21 de París, lo que nos hace pensar que muchos de los esfuerzos del sector se centrarán en aportar soluciones que permitan cumplir los acuerdos pactados. Parece que finalmente nos hemos dado cuenta de que el cambio climático es una amenaza real y cada vez más gobiernos y empresas están aunando esfuerzos para evitarlo. Sin embargo, enfrentarnos a estos retos y cambiar las estructuras y procesos existentes puede ser más complicado de lo que parece, y por el camino van apareciendo diversas dudas. Aquellas empresas que acierten en sus planteamientos liderarán el futuro del sector energético; las que no deberán rectificar para no quedarse atrás y perder el tren de la transformación. Las empresas energéticas nacionales, en concreto, tendrán que repensar su modelo de negocio en función de tres aspectos fundamentales.
En primer lugar, lo que marcará el futuro de las eléctricas de nuestro país será el papel que España tome en el modelo energético europeo, un papel en manos de las decisiones de nuestro nuevo gobierno. Los gobernantes españoles deberán demostrar en Europa que España apuesta, a nivel nacional sin fisuras ni dudas, por ser un actor importante en el mapa energético. Esta apuesta permitirá a España posicionarse, no solo a nivel europeo, sino también mundial. Es cierto que el interés de fondos internacionales al negocio del gas español hace pensar en la posibilidad de convertir España en un punto clave logístico del negocio de gas natural. Para ello es necesario contar con apoyos tanto de organismos nacionales como internacionales para favorecer la entrada de inversión.
Además, en España debemos liderar de nuevo el sector de las energías renovables, principalmente la eólica y la solar, aprovechando la experiencia y el conocimiento adquirido y los recursos naturales de nuestro país. Son muchas las empresas españolas que están a la cabeza de la implantación de estas fuentes de energía más limpias a nivel mundial y debemos sacar partido a su tecnología para dar respuesta a los retos de costes y continuidad que afectan a este sector, planteando una transición hacia el mix energético nacional que no impacte en el sistema, dejando de lado las trabas legales que hasta ahora han impedido el correcto desarrollo de este mercado.
En segundo lugar, el sector energético también estará condicionado por la transformación de la industria hacia una mayor conectividad, la industria 4.0, que requiere más consumo eléctrico. Por eso la industria debe ser más eficiente en todos los sentidos, aunque en este aspecto ya se están haciendo los deberes (según el IDAE el 54,6% de los ahorros energéticos hasta 2020 deben producirse por programas de eficiencia energética en el sector Industrial). Sin embargo, ante estas perspectivas, el sector industrial reclama una revisión del precio de la energía. Si no se atiende a sus reclamaciones, se verán obligados a buscar alternativas de acceso a la energía, como el autoconsumo, a integrarse en cooperativas que operan en el mercado mayorista de energía, o a confiar en que la política ataje de una vez este problema que afecta a la competitividad de la industria española.
Pero si un sector notará el cambio energético debido a la descarbonización de la sociedad será el del transporte, ya que se considera que es el máximo responsable de las emisiones nocivas que perjudican el medio ambiente y la salud de los ciudadanos.
La industria automotriz y la energética deberán ir de la mano para resolver todas las preguntas que actualmente aún no tienen respuesta: ¿Qué tipo de transporte urbano e interurbano es ecológicamente más eficiente?, ¿Cómo va a responder el sector logístico y del transporte a los compromisos del COP21?, ¿Cómo será el parque automovilístico en las ciudades en 2030?, ¿Vamos a cambiar totalmente los combustibles usados en transporte antes de 2050?
Tot. Vehiculos |
Tot. Vehículos |
Tot. Vehículos |
Totales |
||||
2012 |
13.850.018 |
45% |
16.909.000 |
55% |
33.816 |
0,11% |
30.792.834 |
2013 |
13.510.906 |
44% |
16.959.627 |
56% |
38.456 |
0,13% |
30.508.989 |
2014 |
13.301.665 |
44% |
17.216.298 |
56% |
44.929 |
0,15% |
30.562.892 |
Y por último, aunque no por ello menos importante, ya que de ello depende todo lo demás, está el cliente y sus hábitos de consumo. Ante un aumento de las necesidades de energía a nivel mundial, debido al crecimiento de la población y del número de dispositivos conectados, nos enfrentamos a la mayor concienciación de la sociedad. Los consumidores queremos reducir el impacto de nuestra huella ambiental, y ello afecta a la forma en la que vemos a las empresas energéticas. Además, los cambios en el estilo de vida y los nuevos hábitos provocarán profundas transformaciones en el sector y en la forma de consumir energía.
Siguiendo con el ejemplo anterior, industrias tradicionales como la del automóvil experimentarán continuos cambios en los próximos años. Y es que la juventud actual ya no ve el tener un vehículo como un elemento diferencial o de status. Las nuevas generaciones priorizan el uso a la propiedad, y prefieren tener un abono a Car2go para moverse de forma limpia y sin problemas por la ciudad, una cuenta en Bla-bla-car para viajar de un sitio a otro y otra en Uber para cuando no quieren conducir, antes que pagar por un coche que pasa la mayor parte del tiempo en un garaje. Y si lo pensamos bien, incluso puede ser más económico, ecológico y más seguro que el modelo al que estábamos acostumbrados. Esta nueva forma de ver el transporte, por ejemplo, impactará en el sector energético porque cambiará la demanda, cambiará la forma de acercarse a los clientes y cambiará, por tanto el sistema actual.
Como en todos los grandes cambios, las personas serán las que dirijan los cambios, y en este caso no será menos. Las personas serán las que decidan hacia dónde se dirigen los nuevos usos de la energía, y qué usos tradicionales se abandonan. Por mucho que quieran las empresas y gobiernos, serán los ciudadanos los que decidan hacia dónde se dirigen los nuevos usos de la energía y qué usos tradicionales se abandonan, así que es necesario escuchar a la sociedad para tener éxito. De esta forma conseguirán cambiar la apreciación que los consumidores tienen de las empresas energéticas, poniendo así en valor el sector como actor clave para el desarrollo del país y las personas que en él vivimos.
Vemos, por tanto, que el sector energético está en plena ebullición, con un panorama de futuro que invita a repensar el modelo de negocio y unos años venideros que prometen ser muy interesantes. El reto está lanzado y son muchos los que lo han aceptado. Veremos quién encuentra las respuestas correctas a las preguntas clave.
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