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Formación en el sector energético: un cuello de botella de la transición energética

Alberto Abánades, director del Departamento de Ingeniería Energética de la ETSII-UPM

 Formación en el sector energético: un cuello de botella de la transición energética

La transición energética está impulsando una transformación sin precedentes. No obstante, uno de los grandes desafíos que enfrenta este cambio es la falta de profesionales formados en las nuevas tecnologías y procesos requeridos para llevarlo a cabo.

La sociedad se está enfrentando al reto de realizar un cambio sistémico que transforme una economía alimentada por recursos fósiles, que produce emisiones de gases de efecto invernadero, por otra que sea sostenible. Además del diseño del cambio, se ha de ejecutar, y mantener el sistema funcionando correctamente.  En definitiva, es necesario que haya personas que sean capaces de hacer todas las funciones correspondientes a distintos niveles de formación y capacitación, todos ellos indispensables.

Por otro lado, todo cambio exige una capacidad de adaptación rápida desde la anterior situación a la nueva, lo que obviamente sólo es posible con acciones de formación orientadas a esa nueva situación. Se han de generar nuevos profesionales capacitados, y, además, proveer de esas nuevas capacidades a los existentes para que se pueda lograr una transición justa. El termino "reconversión" muy negativo en el pasado, que ahora se denomina "recapacitación", llevado con éxito, es uno de los pilares del concepto de "no dejar a nadie atrás".

La formación en general es una de las claves para la aceptación social de las implicaciones que puede tener la transición energética. Esa formación se ha de tener desde los primeros niveles de educación. La falta de formación general sobre ciertos temas, junto con la percepción de que la transición energética no beneficia a todos, y que afecta a muchos, provoca algunos fenómenos que ya se están empezando a vislumbrar: oposición popular a instalación de centros de almacenamiento de energía, a la construcción de plantas de biogás, a parques eólicos o fotovoltaicos son ejemplos actuales derivados de cierta percepción de falta de beneficio de todo eso a nivel general.

La transición energética en el marco de la lucha contra el cambio climático está propiciando planes cada vez más ambiciosos a nivel político y técnico para acelerar esa transformación. Todos esos planes están generalmente respaldados con medidas financieras que estimulen su cumplimiento, y que no se condiciones simplemente por las condiciones del mercado. Un debate aparte es la eficacia de esos planes de financiación, aunque casi siempre hay un aspecto que se olvida.

Los incentivos a la instalación de nuevas infraestructuras y plantas, o las medidas de modificación del mercado, ayudas al consumo, o incluso la agilización de permisos constituyen medidas de impacto. Todas esas medidas y todas esas transformaciones se realizan por personas. Cabe destacar que una parte muy importante del coste real asociado, por ejemplo, a plantas renovables, el es coste de personal. Hay que tratar de incluir con más visibilidad todas esas medidas que puedan estar relacionadas con la formación de personal, que suele ser la gran olvidada.

Hace falta un plan de formación ambicioso de personal técnico e instaladores, para instalación y mantenimiento de todas esas tecnologías de la transición. Bien es cierto que, para el caso de las tecnologías renovables mayoritarias, como la fotovoltaica, se tiene varios años de experiencia, y se ha hecho una labor muy importante para la cualificación de electricistas e instaladores, pero hay otras emergentes, como la del hidrógeno, que va a necesitas del orden de 100.000 técnicos e instaladores para implementar los planes que ahora están en papel. Es necesario proveer los medios para formar esos trabajadores. Muchos de ellos pueden provenir por recapacitación desde sectores que se verían afectados por esa transición, como la industria petrolera y del gas.

También hay que formar a profesionales de grado medio, operadores de plantas, sobre todo para instalaciones descentralizadas, como los que operarían los complejos futuros de generación de hidrógeno. En el caso de las plantas renovables, muchas de ellas ya se operan de forma centralizada, pero el acoplamiento con otros procesos como el de generación de hidrógeno aumenta esa complejidad.

En cuanto al ámbito universitario, la demanda de ingeniero/as es tremenda. Todos estos cambios en el paradigma energético están provocando que egresados de casi cualquier ingeniería tengan una entrada directa en el mercado laboral. Obviamente, las ingenierías de rama Industrial, relacionadas con la energía o la electricidad son la punta de lanza, pero hacen falta de todo tipo. No solo ingenierías: economistas, abogados, administración, matemáticos, y de casi todas las disciplinas son necesarios, puesto que un cambio sistémico requiere de todos. Todo eso implica también adaptar los planes de estudios a las necesidades del sector.

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Artículos sobre energía | 12 de septiembre de 2024 | 664

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