La industria eólica en España es un pilar fundamental para la competitividad de la economía, la autonomía industrial y tecnológica, la creación de empleo cualificado, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y mantiene una firme convicción de seguir jugando un rol protagonista para el cumplimiento del PNIEC.
La aportación de la eólica al PIB ya asciende al 0,5%, con casi 6.000 M€ anuales, el sector cuenta con 40.000 empleos de alta cualificación, el gasto de personal de las compañías del sector es de los más elevados del tejido industrial en nuestro país, con cifras equivalentes a sectores como las telecomunicaciones o la industria farmacéutica, las exportaciones superan los 2.500 € anuales situándonos en el 5º puesto del ranking mundial, y el desarrollo de patentes sigue siendo líder en nuestro país, ocupando el 6º puesto a nivel mundial. Por ello, velar por nuestra industria eólica en Europa y en España con el objetivo de mantener y fortalecer toda la cadena de valor es sin duda una prioridad.
No hay duda de que la eólica se erige como la principal tecnología limpia “made in Europe” y es clave en la estrategia de la Unión Europea para avanzar hacia un sistema energético más sostenible. La historia de la industria eólica en Europa y en nuestro país se remonta a hace más de 30 años, y constituye una trayectoria de éxito que, si bien ha debido superar vaivenes y coyunturas complejas, demuestra claramente que si se apuesta por el liderazgo tecnológico en etapas tempranas, si se adoptan decisiones de inversión basadas en el largo plazo y si se implementan las políticas adecuadas enfocadas a consolidar cadenas de valor completas y competitivas, se obtiene un proyecto industrial y tecnológico “de Continente” resiliente y puntero a nivel mundial.
Pero la industria eólica española también se enfrenta a desafíos a corto y medio plazo. Las fábricas eólicas ubicadas en España que llevan tiempo en una coyuntura complicada, primero por la pandemia y posteriormente por las subidas de precios de materias primas, los costes y plazos logísticos, han venido soportando tensiones financieras, y afrontando un proceso de reestructuración y mejora de la competitividad que permitirá seguir produciendo en nuestro país y jugar un rol significativo en la exportación hacia los mercados en los que operan.
En este contexto, el sector eólico europeo se ha movido activamente para proteger a la industria de la posible entrada de competencia de mercados no europeos. Un paso importante fue en octubre de 2023, cuando la Comisión Europea comunicó el Plan de Acción de la Industria Eólica (Wind Power Action Plan) como mecanismo de emergencia para velar por la cadena de valor eólica europea ante la amenaza desde terceros mercados, principalmente China.
Es la primera vez que una tecnología obtiene un apoyo tan claro materializado en un paquete de medidas tan específico y, todo ello, debido a su papel clave y estratégico para la Unión Europea. Este compromiso se selló el pasado 19 de diciembre con la firma del “European Wind Charter” apoyado por 26 Estados Miembros y por más de 300 empresas del sector eólico europeo. Ahora toca desarrollar en cada país la regulación necesaria para cumplir los acuerdos del “charter”, a la espera de la llegada del Net Zero Industrial Act (NZIA). También hay que trabajar en afinar el alcance del NZIA sobre todo en lo que respecta a precalificación de actores, criterios “non price”de adjudicación de subastas y criterios de resiliencia para poder mantener e incrementar en Europa la base industrial eólica actual. Estamos, por tanto, también, ante un periodo de necesaria defensa industrial y tecnológica en Europa ante los posicionamientos de grandes potencias como China y Estados Unidos.
Esta prioridad para el sector eólico europeo es uno de los muchos retos que se analizarán en la Feria y Congreso de WindEurope 2024 (Bilbao del 20 al 22 de marzo). Por tercer año, Bilbao es la capital mundial para el sector eólico, incluyendo un programa de conferencias con la más alta representación de países clave, y temas de vital importancia para el desarrollo y futuro del sector eólico. Se trata de un momento crucial para mostrar el potencial de la cadena de valor del sector eólico español tanto en tecnología onshore como offshore, ya que la eólica en España es un caso de éxito.
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