Durante los años 90 se inicia un proceso de transformación de la industria eléctrica que cambia el paradigma inicial sobre que el servicio eléctrico solo podía ser previsto por empresas monopólicas. El nuevo modelo consideró que la generación de electricidad podría suministrarse a través de un mercado competitivo, manteniendo a la distribución y transmisión como un servicio mayormente monopólico.
Esta transformación implicaba que múltiples participantes del mercado deben interesarse en invertir y operar en el mercado y asegurar un suministro seguro y confiable.
Basados en este concepto surgen dos modelos de mercado, el denominado ‘solo energía’, en el cual a través de distintos mecanismos se establece un precio para la electricidad (€/kWh) y los participantes del mercado deben asegurar sus ingresos a través de vender la energía a ese precio; y otro modelo en el cual, además de un precio para la energía, se establece un mecanismo para que algunos o todos los productores reciban un pago fijo denominado pago por capacidad (€/kW). Este último mecanismo se consideró más propicio para atraer inversiones si bien podría producir ciertas distorsiones en el mercado alejándolo de su óptimo social. Ambos modelos han coexistido desde el comienzo de la ‘transformación’.
Uno de los problemas de un mercado de energía es la volatilidad del precio de la electricidad, la cual depende de múltiples factores, como la evolución de la demanda, el precio de los combustibles y la disponibilidad de recursos renovables. A estos factores externos se agrega que es necesario un equilibrio permanente entre generación y demanda, pero la demanda no puede tener variaciones continuas para mantener este equilibrio y en la mayoría de los casos tampoco información sobre el precio, lo cual limita la posibilidad que esta responda al precio y pueda de esa forma limitar su volatilidad.
Quince años después del inicio de esta ‘transformación’ se agrega otro factor, crear nuevas condiciones al mercado eléctrico para limitar las emisiones de CO2 y mitigar el cambio climático, es decir ‘descarbonizar’ la producción de energía eléctrica. La principal solución para descarbonización del sector eléctrico es el incremento de la producción a través de energías renovables y, particularmente, energía eólica y solar. Estas energías se han vuelto económicamente convenientes, pero también han incorporado más volatilidad al mercado.
La volatilidad de los precios genera problemas e incertidumbres, tanto a reguladores como a inversores. Por un lado, para que un inversor en generación pueda recuperar su capital y obtener un retorno sobre el mismo debe haber momentos con precios muy altos, que compensen los períodos de precios bajos. Estos períodos de precios muy altos (denominados ‘price spikes’) se originan en indisponibilidades de generación, baja disponibilidad de recursos renovables, demanda inesperadamente alta o combinación de algunos de estos factores. Por otro lado, la volatilidad de los precios, y sobre todo los ‘price spikes’, siempre ha sido una preocupación de las autoridades de política energética y de los reguladores por sus efectos sociales y económicos.
Pagos por capacidad
Para contrarrestar los efectos de la volatilidad se desarrolló el concepto de pagos por capacidad, que es un mecanismo que permite que un productor reciba un ingreso, fijo o relativamente fijo, que se sume a los ingresos volátiles que pueda recibir por la venta de energía en el mercado.
La experiencia internacional muestra que a lo largo de la historia se han desarrollado diferentes mecanismos te pagos de capacidad, con un principio básico común: todos los mecanismos de capacidad tienen como objetivo que exista suficiente capacidad en el mercado como para asegurar un servicio seguro, es decir, sin interrupciones al suministro.
Las diferencias entre los distintos mecanismos surgen de la forma en que se establecen los incentivos u obligaciones a los agentes para que en conjunto se alcancen las cantidades de capacidad necesarios para alcanzar el nivel deseado de confiabilidad. Estos mecanismos se pueden agrupar en las siguientes categorías y subcategorías:
Todos estos métodos se aplican en distintos países o mercados y cada uno tiene ventajas y desventajas, entre las cuales se destacarían las siguientes:
Como conclusión final, en base a las consideraciones previos y la experiencia internaciones se puede afirmar que los mecanismos de capacidad son efectivos para mejorar la seguridad del suministro, pero puede implicar mayores costos para los usuarios.
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