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La sociedad demanda productos más responsables con el medio ambiente, premiando a las organizaciones que incorporan la variable carbono en su gestión y políticas. Y es que, el cambio climático se ha constituido como uno de los mayores retos que hay que afrontar durante las próximas décadas, por lo que es un asunto prioritario de las agendas de gobiernos y organizaciones.
En este escenario se han ido incorporando al vocabulario empresarial conceptos asociados a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono y del resto de gases de efecto invernadero, además de términos como derechos de emisión, compensaciones, huella de carbono, cambios tecnológicos, mercados de emisiones o aumento de eficiencia.
AENOR, para dar respuesta a estas necesidades, cuenta con la plataforma de confianza: ‘Descarbonizar la actividad empresarial’ que reúne diferentes soluciones de certificación que contribuyen a generar confianza entre organizaciones y personas. Son soluciones transversales a todo tipo de organizaciones relativas a la gestión de su huella de carbono: calcular, reducir y llegar a ser neutra. Pero también soluciones concretas para determinados sectores, como el certificado de huella de carbono CO2 Validada, dirigida a organizaciones que promocionan o gestionan eventos.
Algunas de estas soluciones se focalizan en la verificación de cada una de las etapas de la gestión del carbono. Esto es:
Los productos también se suman al reto
Los productos no son ajenos a este compromiso, por lo que se está observando un creciente interés empresarial en alcanzar productos neutros en carbono. AENOR también realiza esta actividad desde 2009, habiendo verificado más de 100 productos de distintos sectores, fundamentalmente agroalimentarios y de la construcción.
El certificado AENOR de Huella de Carbono CO2 Calculado acredita la veracidad del cálculo de la huella de carbono de un producto. Es decir, el conjunto de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que genera un producto durante todo su ciclo de vida.
Una organización que cuenta con el certificado de CO2 reducido tiene que demostrar que en su producto se han reducido emisiones respecto al año anterior y se concede su derecho de uso anualmente. Muchas de las acciones de reducción se centran en ámbitos de la energía, pero cada vez son más las sinergias y posibilidades que ofrece la economía circular. Así se ha podido comprobar con la verificación de prácticas asociadas a la mejora de packaging, con la sustitución de materias primas por otras más adecuadas ambientalmente o con la mejora en la gestión de los residuos provocados, por ejemplo.
Por su parte, la certificación de Carbono Neutro calcula la huella de carbono con los referenciales reconocidos internacionalmente y, siguiendo el orden jerárquico, se lleva a cabo un Plan de reducción de emisiones. Las emisiones residuales se compensan a través de los mecanismos de compensación reconocidos. En este caso el referencial existente en la actualidad es la Norma PAS 2060:2014.
Durante este proceso, no se debe ser ajeno a otros esquemas de certificación y verificación para encontrar sinergias. Es el caso de las Declaraciones Ambientales de Producto (DAP). Ya son varias las empresas que en el marco del Programa AENOR Global EPD alcanzan y verifican la neutralidad climática de sus productos partiendo de su DAP.
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