La transición hacia un modelo más sostenible encuentra en la energía solar flotante una de sus mayores promesas. Esta tecnología emergente combina la generación renovable con el uso inteligente de superficies acuáticas, lo cual permite aprovechar al máximo los recursos naturales. Según el Banco Mundial, se podría duplicar la capacidad instalada en el mundo gracias a los más de 400.000 kilómetros cuadrados de depósitos artificiales de agua (como embalses y pantanos) que están disponibles para este tipo de infraestructuras.

En este sentido, los expertos del Máster en Energías Renovables y Eficiencia Energética de MINT indican que “la energía solar flotante maximiza el uso de espacios infrautilizados aportando también beneficios adicionales, como la reducción de la evaporación del agua en climas cálidos y la mejora del rendimiento de los paneles solares, al operar sobre superficies más frescas”. Este doble impacto la posiciona como una solución integral frente a los retos actuales del cambio climático y la demanda creciente de recursos.

Un gran potencial y una oportunidad de futuro
El avance de la energía solar flotante ha sido especialmente notable en los últimos años. De una capacidad instalada de 61 megavatios (MW) en 2015, se ha pasado a más de 3 gigavatios (GW), con un incremento de 688 MW solo en 2020. Para el equipo académico del curso de Técnico en Eficiencia Energética y Energías Renovables de CEAC, “estos números reflejan su potencial, pero también subrayan la importancia de establecer políticas públicas claras y de destinar el apoyo financiero necesario para que esta tecnología se convierta en un estándar global”.

Actualmente, Europa cuenta con 451 MW de energía solar flotante conectados a la red y, según estimaciones de la Asociación Europea de la Industria Fotovoltaica (SolarPower Europe), si se cubriera el 10% de la superficie de los embalses europeos, se podría generar el 6% del consumo eléctrico anual de la Unión Europea.

El desarrollo de infraestructuras en España
Con más de 1.225 embalses y pantanos, España posee la mayor cantidad de infraestructuras de este tipo en la Unión Europea, según el Inventario de Empresas y Embalses del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Este recurso convierte al país en un referente potencial para el desarrollo de energía solar flotante.

Para facilitar el aprovechamiento de estos recursos, en julio de 2024 el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto que regula la instalación de plantas solares flotantes en embalses públicos. La norma permite cubrir entre el 5% y el 15% de la superficie útil (dependiendo de la calidad del agua). Este marco normativo asegura la sostenibilidad ambiental de los proyectos, con una duración de hasta 25 años.

A nivel continental, encontramos un ejemplo en la planta solar flotante de Alqueva (Portugal), gestionada por la compañía EDP, que se ha convertido en un modelo a seguir en Europa. Con 12.000 paneles fotovoltaicos, genera 7,5 gigavatios hora (GWh) anuales y tiene capacidad para abastecer a 1.500 hogares.

Otros proyectos como el instalado en la balsa de Abellán, en Almería, están demostrando su impacto positivo en el sector agrícola, reduciendo costes y mejorando el acceso al agua para riego.

Hacia una transición sostenible
A pesar de su potencial, la energía solar flotante se enfrenta a desafíos. Según los expertos de CEAC, “la clave para superar estas barreras radica en una mayor colaboración entre gobiernos, empresas y comunidades locales, así como en la implementación de campañas de sensibilización que muestren los beneficios”.

En este contexto, iniciativas como la línea de ayudas del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), con una dotación de 30 millones de euros para proyectos innovadores de energía solar flotante, resultan fundamentales. Estas subvenciones están dirigidas a instalaciones con una capacidad mínima de 500 kWp (kilovatios pico) y buscan fomentar el desarrollo en embalses, estanques y balsas industriales.

“El éxito depende, sobre todo, de nuestra destreza para integrarla de manera armónica con el entorno y las necesidades de la sociedad”, concluyen los expertos de MINT. Con el enfoque adecuado, la energía solar flotante puede contribuir a la transición verde y a mejorar la resiliencia de las comunidades frente a los desafíos climáticos.