La Asociación Española del Gas, Sedigas, rechaza el plan anunciado por el Gobierno de implantar un nuevo impuesto extraordinario, excepcional y específico, sobre el sector energético. Muestra su preocupación por una medida que genera inseguridad jurídica por su naturaleza retroactiva, cuyos efectos distan de estar claros, y cuyo establecimiento podría motivar conflictos con inversores y procedimientos arbitrales de larga duración, y con impacto final para las finanzas públicas. Todo ello sin perjuicio del efecto sobre la competitividad de nuestro sector derivada de una competencia fiscal desleal frente a terceros.
Sedigas emplaza al Gobierno a reflexionar sobre lo siguiente:
- La aplicación de un impuesto tiene impactos concretos en el funcionamiento, la operativa y la rentabilidad y sostenibilidad en el medio y largo plazo de las empresas, que son agentes generadores de riqueza y empleo para el país. Necesitamos medidas de reactivación y protección de la economía, no de penalización o castigo.
En este sentido, es inexplicable y preocupante la retórica beligerante contra las empresas energéticas utilizada en el anuncio de este nuevo gravamen, que ignora el compromiso histórico y el papel fundamental de estas compañías para garantizar el bienestar económico y social de nuestro país.
- A fecha de hoy, con la información disponible, es imposible entender el funcionamiento y el impacto del impuesto que plantea el Gobierno. Se desconoce qué entiende por “beneficios” y por “extraordinarios”, qué cálculo se va a emplear, cuál va a ser la base imponible de este nuevo impuesto, qué tipo de gravamen, etcétera, para llegar a las cifras de recaudación anunciadas. La prudencia, por desconocimiento, nos impide poder hacer una evaluación del impacto que tendrá en nuestro sector este nuevo impuesto, pero entendemos que cualquier incertidumbre tiene efectos sobre los planes de inversión de las compañías y afecta negativamente a su operativa y a sus perspectivas de creación de empleo y crecimiento. Para un sector que opera en abierta competencia en los mercados internacionales, una detracción de recursos en un momento de máxima incertidumbre y volatilidad como el actual, y en el que se necesitan inversiones y músculo financiero para garantizar la seguridad de suministro, no parece una opción sensata.
- El sistema gasista español es de una relevancia fundamental para Europa en el actual contexto de inseguridad de cara al próximo invierno. Nuestros puntos de recepción de gas, nuestras plantas de almacenamiento y regasificación están en el punto de mira de todos los Estados miembros para poder hacer frente a la próxima campaña invernal. El potencial en gases renovables, en biometano e hidrógeno verde, nos convierte en actor clave en la senda de la descarbonización y la independencia energética (por ser un recurso autóctono) y en receptor natural de inversiones. Pero nada de ello sirve si generamos inseguridad e incertidumbre, que además tienen un coste en términos de reputación y marca país.