Actualmente hay un consenso entre el sector privado, el público y la sociedad en la apuesta por la transición energética hacia energías más limpias para crear un modelo más sostenible. Acelerar este proceso se ha convertido en algo prioritario y, además ya es posible con la tecnología disponible hoy en día.
La respuesta a este reto consiste en electrificar la mayor parte de los sectores posibles. El éxito consistirá en que la electricidad generada con una huella de carbono neutra alimente mayoritariamente el consumo de la economía mundial.
Uno de los sectores más contaminantes es el transporte. En España, representa el 25% de las emisiones totales. Los legisladores se están centrando en electrificarlo, pero no han de olvidarse la importancia de las emisiones de los procesos industriales.
No se está prestando la suficiente atención a que la electricidad en los sectores productivos proceda de fuentes limpias. Si se hace correctamente, España es el lugar idóneo para convertirse en paradigma de esta transición. En 2022 el 42,2% de la producción eléctrica en nuestro país ya fue renovable, principalmente eólica, solar e hidráulica, según datos de Red Eléctrica.
Los retos de las renovables
Pero la producción de energías renovables para abastecer a la economía también presenta retos. Éstas suelen producirse en zonas rurales remotas o incluso en el mar. En muchos casos, especialmente en España, aún no se dispone de toda la infraestructura de red necesaria para hacer llegar esa energía con precisión allí donde se consume.
Además, la energía eólica y solar no se pueden producir a demanda, sino que dependen de factores como el clima, la ubicación y la hora del día. Por otra parte, las fuentes renovables también están más dispersadas geográficamente que las centrales tradicionales. Esto añade una gran complejidad a las redes eléctricas.
Por eso necesitamos tecnologías como el almacenamiento de energía a gran escala, la transmisión a larga distancia de gran capacidad y sistemas avanzados de control digital para compensar esas limitaciones.
Tecnología y redes inteligentes, aliadas del cambio
Afortunadamente, ya se dispone de toda una gama de tecnologías digitales que ayudan a gestionar esta complejidad. Las tecnologías de redes inteligentes y las soluciones de gestión de activos de las que se habla desde hace años se utilizan cada vez más.
Las redes inteligentes se encargan de gestionar los activos de los servicios de telecomunicaciones a un nivel físico, pero también a nivel funcional mediante equipos informatizados. Esta fusión consigue una red de telecomunicaciones más optimizada, flexible, eficiente e inteligente.
La clave es que la tecnología y los conocimientos necesarios para avanzar ya están disponibles hoy en día, no dentro de años o décadas. Es el momento de acelerar el proceso y eliminar los obstáculos.
Para ello es necesaria la colaboración entre empresas de servicios públicos, promotores de energías renovables y sus socios tecnológicos, como Hitachi Vantara, que está profundamente centrada en las tecnologías aplicadas a las redes inteligentes.
Colaboración público-privada
Las circunstancias energéticas del último año amenazaban con desinflar esta tendencia, pero las administraciones han continuado legislando a favor de la transición energética. En España se aprobó la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y en Europa se planea para el nuevo año la revisión de la directiva europea para la eficiencia energética. No obstante, desde una perspectiva de proveedores de tecnología, es necesario avanzar mucho más rápido porque la tecnología necesaria ya está en el mercado.
Los poderes públicos están en una posición privilegiada para eliminar obstáculos. Podrían agilizar los procesos de localización y concesión de permisos, aclarar requisitos y desempeñar un papel importante en la estabilización de las redes eléctricas inteligentes.
El apoyo financiero también es necesario. Hay capital privado interesado en entrar en el mercado para ayudar a resolver algunos de los retos señalados, pero esperan certeza para minimizar riesgos. Si los gobiernos están dispuestos a asociarse con los promotores, el proceso podría avanzar más velozmente.
En definitiva, la única forma de afrontar el cambio climático con la modernización de redes inteligentes es mediante la cooperación activa de los organismos gubernamentales y reguladores con las organizaciones industriales, promotores, operadores de redes eléctricas y proveedores de tecnología. De esta forma se conseguirá que las redes inteligentes y la gestión de activos sea lo más eficiente posible para conseguir un progreso económico cada vez más cercano a la neutralidad de carbono.
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