En el proceso de transición energética y la descarbonización de la economía son muchas las tecnologías que jugarán un papel destacado. Una de ellas, no cabe duda, será -ya es- la acumulación de energía a gran escala. Hasta ahora era el bombeo en centrales hidroeléctricas la única vía rentable para el almacenamiento de grandes cantidades de energía eléctrica pero el panorama está evolucionando a gran velocidad y las opciones tecnológicas son cada vez más variadas: baterías de litio, baterías de flujo, volantes de inercia, supercondensadores, energía de almacenamiento de aire comprimido, el deseado grafeno… Los BESS (Battery Energy Storage Systems) a escala de megavatios son ya una realidad. Los proyectos se suceden en Estados Unidos (California es una vez el alumno aventajado), Japón, Australia o Alemania, así como en las islas con crecientes necesidades energéticas, un target perfecto para estos grandes sistemas de almacenamiento, capaces de hibridarse con generación solar y eólica.
¿Por qué sucede esto ahora y no antes? La respuesta es evidente: los costes del almacenamiento y sus múltiples tecnologías están bajando. Baste solamente un dato: el coste de las baterías de ion-litio ha caído un 60% desde 2012 y las economías de escala reducirán aún más los precios en los próximos años. Según un estudio de la Universidad de California y la Universidad Técnica de Múnich, el coste de una batería de ion-litio se situaría en el entorno de los 100 dólares/kWh en 2019, si se mantiene el actual ritmo de inversión en el sector.
A tenor de estas previsiones, parece lógico que se sucedan los informes sobre el fulgurante crecimiento que presentará el mercado. El realizado por IHS Markit cuenta con amplio crédito entre la industria. Según la consultora, el mercado internacional de almacenamiento de energía conectado a la red alcanzaría los 28 gigavatios en 2020, partiendo como base desde los 3 gigavatios que ya se encontraban instalados en 2016. Las estimaciones a más largo plazo realizadas por este estudio hablan de 52 gigavatios para 2025.
Sean o no ajustadas estas previsiones, lo que está claro es que las compañías del sector están moviendo ficha. A las recientes adquisiciones de fabricantes de baterías por parte de grande petroleras -el caso de Total y la compra de Saft ha sido el más sonado- se ha sumado este verano la unión de dos grandes del sector, Siemens y AES, que han creado la marca Fluence para el desarrollo conjunto de grandes proyectos de almacenamiento a escala global, así como la compra por parte de Agreeko de Younicos, una de las compañías con más progresión del sector, y la adquisición de Greensmith Energy por parte de Wartsila.
De todo ello debatiremos ampliamente en la jornada AETP 2017. Almacenamiento energético, tecnologías y proyectos, que organiza Energética XXI en Madrid el próximo 19 de octubre. Expertos y profesionales de compañías de referencia en el sector asistirán a un evento ya consolidado tras cinco ediciones.
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