Las emisiones de CO2 del sector energético están disminuyendo más rápido de lo previsto: la proporción de renovables en la mezcla de generación ganó casi 10 puntos porcentuales en un año, mientras que la eliminación del carbón se aceleró considerablemente. El Barómetro de la Energía de Eurelectric, un conjunto de indicadores clave de la industria refleja un desarrollo histórico en el sector de la energía, y señala los desafíos que se plantean para lograr una economía europea neutra para el clima en 2050.
La descarbonización del sector energético está avanzando rápidamente. Dos tercios de la electricidad generada en el primer semestre de este año no contenía carbono. Las energías renovables cubrieron el 40% del mix, mientras que la generación de combustibles fósiles se redujo en un 18%. Se observa una marcada tendencia al alza: en 2010 las energías renovables representaron el 20% de la mezcla de electricidad de la UE, mientras que en 2019 ya alcanzaban el 34%.
Y la tendencia continuará. Independientemente de que la economía europea se enfrente a una crisis económica prolongada o a una rápida recuperación, hasta un 80% de la electricidad de la UE podría estar libre de fósiles para 2030.
Pero la presión está en marcha. Se necesita una mayor aceleración para cumplir los objetivos de la UE para 2030, que abarcan toda la economía, incluidos los sectores de uso final que siguen dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles. El quid de la ambición neta-cero de la UE será cada vez más sustituir el uso de la energía en sectores como el transporte, los edificios y la industria por electricidad con bajo contenido de carbono, al tiempo que se desarrolla la capacidad de energía limpia. Concretamente, el ritmo de despliegue de las capacidades eólica y solar debe duplicarse para cumplir los objetivos de la UE para 2030.
Para tener éxito, es preciso abordar urgentemente una serie de cuestiones:
En primer lugar, varios factores están obstaculizando seriamente el despliegue de nuevas redes de generación y almacenamiento de energía. Recientemente, las restricciones de COVID-19 han retrasado muchos proyectos, pero lo más importante es que los procedimientos de autorización están ralentizando el progreso. Esto debe abordarse urgentemente con un enfoque integral que elimine las barreras tanto a nivel local, nacional como de la UE.
En segundo lugar, se necesitan medidas en todos los ámbitos para acelerar la electrificación. A medida que los clientes optan cada vez más por la electricidad cuando compran nuevos automóviles, es necesario desplegar la infraestructura de carga necesaria. También se necesitarán medidas para avanzar en la electrificación en relación con los edificios y la industria.
Por último, la Unión Europea debería tomar medidas para evitar la competencia desleal y las importaciones de electricidad a base de carbón no disminuida de terceros países. El Barómetro de la Energía documenta un crecimiento pronunciado y repentino, de 3 TWh a más de 20 TWh de electricidad importada anualmente de fuera de la UE en los últimos 5 años. Debido a las laxas regulaciones energéticas y climáticas, la intensidad media de CO2 de esta electricidad importada es de dos a tres veces mayor que la producida en Europa.
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