América Latina y el Caribe: energía, liderazgo y futuro en manos de mujeres

América Latina y el Caribe: energía, liderazgo y futuro en manos de mujeres.

Chile ha sido un país pionero en el despliegue de renovables no convencionales, pero hay un aspecto que lo diferencia aún más: la incorporación de la equidad de género como eje estratégico de la política pública energética.

Desde el origen de las civilizaciones, la energía ha sido el recurso esencial que ha determinado el desarrollo, la expansión y los conflictos entre pueblos. Detrás de cada gran avance de la humanidad –desde la agricultura hasta la revolución digital– ha estado el acceso a una fuente de energía primaria. Del mismo modo, detrás de cada guerra, conquista o disputa de poder, ha existido una lucha más o menos explícita por el control de recursos energéticos: madera, carbón, petróleo, gas, uranio. El siglo XXI no es la excepción.

En un contexto internacional marcado por tensiones geopolíticas crecientes, el acceso y control de la energía sigue siendo uno de los factores determinantes en el tablero global. El conflicto en Ucrania, las tensiones en Oriente Medio, los movimientos estratégicos en torno al Ártico o el ascenso de nuevas potencias económicas no pueden analizarse sin considerar las rutas, reservas y tecnologías energéticas involucradas. Las decisiones más relevantes para la economía mundial, la seguridad y la sostenibilidad planetaria dependen, en última instancia, de cómo producimos, transportamos y consumimos energía.

Es por ello que la transición energética no es solo un desafío técnico o ambiental: es una transformación civilizatoria. En este proceso, América Latina y el Caribe ocupan hoy un lugar estratégico. Aunque históricamente la región ha sido percibida como exportadora de materias primas, los informes de organismos como OLADE han venido a subrayar con datos contundentes una verdad que apenas comienza a reconocerse: América Latina y el Caribe son, hoy, la región con mayor potencial para liderar la transición energética global.

Con más del 60% de su matriz eléctrica proveniente de fuentes renovables, recursos solares de altísima irradiación, corredores de viento excepcionales y una riqueza hídrica considerable, la región concentra condiciones inmejorables para avanzar hacia sistemas energéticos sostenibles, resilientes y accesibles. La energía solar en el desierto de Atacama, el viento de la Patagonia, la biomasa del Amazonas y los proyectos geotérmicos en Centroamérica no son meros casos aislados, sino parte de una tendencia regional que crece con fuerza.

Según OLADE, América Latina y el Caribe no solo pueden alcanzar una transición energética justa, sino que pueden hacerlo de forma soberana, generando desarrollo económico, empleo de calidad e integración regional. Esto requiere no solo inversión y tecnología, sino también un nuevo liderazgo.

Porque la transición energética también exige una transición en la manera en que lideramos nuestras instituciones, nuestras empresas y nuestros equipos humanos. Y en este plano, Chile emerge como un caso singular y ejemplar.

Chile ha sido pionero en el despliegue de energías renovables no convencionales, con una velocidad y profundidad que lo posicionan como referente internacional. A lo largo de los últimos quince años, el país ha implementado políticas ambiciosas que han permitido una transformación de su matriz energética, atrayendo inversión, fortaleciendo la institucionalidad y generando marcos regulatorios estables.

Sin embargo, hay un aspecto aún más profundo que diferencia a Chile de otros procesos: la incorporación de la equidad de género como eje estratégico de la política pública energética. Iniciativas como el programa Energía + Mujeres, el sello “Las Mujeres Suman” y la promoción activa del liderazgo femenino en organismos públicos y privados del sector no tienen comparación a nivel global.

En ninguna otra parte del mundo se ha hecho tanto para que las mujeres participen en los espacios donde realmente se toman las decisiones que importan: la estrategia, la regulación, la operación, la innovación. No se trata solo de sumar mujeres: se trata de transformar el sector desde dentro, generando una cultura de liderazgo que permita enfrentar los desafíos del siglo XXI con nuevas capacidades, nuevas voces y nuevas perspectivas.

En este contexto nace Walk The Talk, una iniciativa que responde precisamente a la necesidad de desarrollar liderazgos auténticos y adaptativos en el sector energético, especialmente en aquellas mujeres que ya ocupan o aspiran a ocupar roles de influencia real. Diseñado por un equipo de coaches certificados con amplia experiencia en organizaciones complejas, Walk The Talk es mucho más que un programa de formación: es una experiencia transformadora.

Nuestra metodología, denominada The Walking Talks, se basa en tres dominios esenciales del liderazgo:

  1. El dominio del cuerpo, porque el liderazgo no es solo un discurso, sino una forma de estar y habitar el mundo
  2. El dominio emocional, porque en contextos inciertos lo más importante no es tener todas las respuestas, sino sostener emocionalmente las preguntas
  3. El dominio del lenguaje, porque lo que decimos, cómo lo decimos y con quién lo decimos determina el tipo de conversaciones que somos capaces de abrir y sostener

Estos tres dominios confluyen en un modelo de liderazgo adaptativo que reconoce la complejidad del entorno energético, la urgencia de los desafíos y la necesidad de cambiar la forma en que se toman decisiones. No se trata de enseñar técnicas, sino de habilitar una observadora distinta, capaz de integrar la tarea, la dinámica y el propósito de una organización desde un lugar más coherente y humano.

Durante los últimos años, Walk The Talk ha acompañado a más de 600 mujeres de América Latina, especialmente en Chile, México y Paraguay, incluyendo profesionales de empresas públicas, privadas, gremios y organismos multilaterales. Ha diseñado programas a medida para instituciones como el Ministerio de Energía de Chile, MERM y OLADE, siempre con una misma convicción: el cambio cultural que requiere la transición energética no es posible sin liderazgos diversos, conscientes y con propósito.

Sabemos —por experiencia y por convicción— que ejercer liderazgo implica movilizarse profundamente, y que ese movimiento solo es posible cuando hay cuidado, contención y respeto.

Autoconocerse no siempre es fácil. A veces duele, a veces desestabiliza, pero siempre abre nuevas posibilidades. Por eso, el equipo de coaches de Walk The Talk, diseña cada contenido, cada espacio. No solo para enseñar, sino para sostener.

Porque para nosotras, liderar no es un rol que se actúa. Es un lugar que se habita. Y ese lugar, como el cuerpo, merece cuidado.

Artículo escrito por:
Marta Alonso Pelegrín Fundadora Walk The Talk