La inteligencia artificial ya no es una promesa de futuro. Es una realidad consolidada en múltiples sectores industriales, donde su aplicación ha vinculado el concepto de “inteligencia” a desarrollos tecnológicos de plataformas de control que ayudarán a anticipar cuándo, cómo y en qué volumen producir.
Pero si hablamos de “inteligencia” aplicada a la producción de energía y, sobre todo, de gases renovables —como el biogás— no está de más relacionar el concepto con la oportunidad de integrar procesos, de forma que las instalaciones se conciban como un sistema conectado, optimizado y dinámico, que, a partir de una filosofía de planta, garantice su sostenibilidad técnica, ambiental, social y económica.
 
Hacia una filosofía de planta
Imaginemos un proyecto de biometano en un entorno rural, diseñado para tratar y valorizar residuos agroganaderos locales a través de la digestión anaerobia. Esta planta producirá una cantidad de biogás que, una vez purificado e inyectado en la red, generará un beneficio económico. Además, podrá aportar ingresos adicionales gracias a la valorización del digerido y, en un futuro, del CO2 extraído durante el proceso de upgrading.
Una integración inteligente comienza con la definición de la filosofía de planta, un modelo que trascienda lo meramente técnico. El primer paso es valorar su inserción en el entorno geográfico y social. Es fundamental analizar qué beneficios aportará a la zona, cómo se relacionará con las actividades industriales o agroganaderas existentes, así como identificar las infraestructuras que puedan facilitar su desarrollo.
Estos factores serán clave para determinar la escala de producción y el diseño de la planta. Además, la proximidad a la red gasista, la disponibilidad y tipología de los residuos, el respaldo institucional o la percepción social del proyecto jugarán un papel clave para un diseño exitoso y de beneficio directo para los distintos grupos de interés. En definitiva, integrarse primero para luego poder integrar.
 
Procesos clave y desafíos
Una planta de biometano está formada por procesos interrelacionados que deben funcionar coordinadamente. Desde la recepción y pretratamiento de los sustratos, la digestión anaeróbica, el upgrading a biometano y su inyección en la red, hasta la gestión del digestato. Cada etapa plantea desafíos que deben abordarse desde una visión conjunta. Esta integración comienza con el análisis del origen, la logística, el volumen y la tipología de la materia prima, factores que condicionan la elección de soluciones técnicas y equipos, así como las distintas vías para la gestión y valorización del digerido.
            
        En cualquier caso, una integración inteligente implica soluciones que estabilicen el sistema en su conjunto. No se trata únicamente de incorporar tecnología avanzada, sino de anticipar cómo interactúan los distintos procesos, cómo se adaptan a la variabilidad de los sustratos y cómo responden a las exigencias regulatorias y del mercado.
 
El valor de la integración inteligente
La integración inteligente de procesos es una filosofía de proyecto que conecta cada etapa dentro de una visión global, generando beneficios tangibles en distintos planos. En el operativo, permite optimizar el espacio, anticipar incidencias, reducir riesgos de inestabilidad y evitar paradas no programadas. En el económico, optimiza la producción, el consumo energético y reduce los costes de mantenimiento, reforzando la viabilidad a largo plazo. Además, aporta flexibilidad ante variaciones en la dieta o en la demanda de gas renovable, sin comprometer la eficiencia.
Desde el punto de vista ambiental, maximiza el aprovechamiento de recursos locales, reduce emisiones y minimiza el impacto en el entorno.
El biogás tiene la oportunidad de convertirse en un vector estratégico en la transición energética, capaz de transformar residuos en energía limpia y subproductos valiosos como bioCO2 o fertilizantes útiles para la agricultura. Su éxito, sin embargo, no depende exclusivamente de la tecnología instalada, sino de cómo se conectan y se planifica de manera global la operación de la planta.
Con esta filosofía de proyecto, cada residuo cuenta y cada proceso se concibe como parte de un todo, por lo que la planta de biogás deja de ser un conjunto de equipos para convertirse en un ecosistema eficiente, resiliente y sostenible.
                            
                                
                                    
                                        Artículo escrito por:
                                        Olivier Guitteny
                                        Gerente de Desarrollo de Negocio de Gases Renovables
                                        Vinci Energies Spain