Calcular la huella de carbono permite, en primer lugar, cumplir con las regulaciones ambientales y demostrar un compromiso real con la sostenibilidad. Esta práctica previene sanciones, al tiempo que alinea a la empresa con estándares cada vez más exigidos por gobiernos, inversores y consumidores.
Más allá del cumplimiento, el cálculo es una herramienta poderosa para detectar ineficiencias. Medir las emisiones de alcance 1 y 2 —ligadas principalmente al consumo energético— ayuda a identificar oportunidades de ahorro directo. Muchas empresas, además, vinculan estos datos con la implementación de medidas que generan Certificados de Ahorro Energético (CAE), lo que permite monetizar parte de las mejoras y obtener un retorno económico adicional. Aquellas organizaciones que también calculan el alcance 3 —que incluye toda la cadena de suministro— pueden optimizar procesos, reducir costes indirectos y avanzar hacia modelos operativos más circulares.
Calcular la huella también fortalece la imagen corporativa. Cada vez más clientes, socios y empleados valoran el compromiso con el medio ambiente. Mostrar avances reales en sostenibilidad mejora la reputación, fideliza al cliente y abre nuevas oportunidades comerciales.
De hecho, en sectores regulados o con cadenas de suministro internacionales, demostrar una gestión activa de las emisiones se ha vuelto un requisito para acceder a contratos y licitaciones.
Sin embargo, medir no basta. Para que los datos realmente generen confianza, es fundamental verificar la huella de carbono a través de un tercero independiente. La verificación da credibilidad, asegura la trazabilidad de los datos y evita el riesgo de greenwashing. Esto es especialmente importante en un momento en que las declaraciones ambientales están cada vez más expuestas al escrutinio público.
Además, una huella verificada refuerza los informes ESG y memorias de sostenibilidad, ayuda a cumplir con normativas como la CSRD, y mejora el acceso a financiación verde y fondos ligados a criterios climáticos. También tiene un impacto interno positivo: permite tomar decisiones basadas en datos fiables y promueve una cultura empresarial más comprometida con la mejora continua.
Calcular y verificar son, por tanto, pasos complementarios que permiten a las empresas transformarse en organizaciones más eficientes, responsables y competitivas.
Los servicios de SGS cubren el ciclo completo de gestión de emisiones, desde la elaboración de inventarios de gases de efecto invernadero, tanto a nivel organizacional como de producto —siguiendo estándares como el GHG Protocol, ISO 14064 o ISO 14067—, hasta el desarrollo de estrategias de reducción y neutralidad. También incluyen la verificación externa de datos e informes, como los Certificados de Ahorro Energético (CAE), que permiten a las organizaciones capitalizar económicamente sus mejoras en eficiencia energética.
SGS cuenta con acreditaciones en marcos regulatorios clave, como el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (RCDE), por lo que colaborar con SGS permite a las organizaciones abordar sus compromisos climáticos con rigor metodológico, trazabilidad y alineación con los estándares regulatorios y de mercado, aportando una base técnica sólida para avanzar hacia modelos más sostenibles.
Artículo escrito por:
Cristina Casanovas Queralt
Climate Change & Sustainability Manager
SGS