La hoja de ruta de la industria fotovoltaica

Ante la incertidumbre, es necesaria una exhaustiva preparación a partir de la búsqueda de datos y previsión de escenarios. La enseñanza de Bauman cobra especial relevancia dentro el contexto actual, en el que, como consecuencia de la pandemia, se han acelerado los cambios, especialmente en el campo de las energías renovables

Zygmunt Bauman acuñó el concepto de “modernidad líquida” para definir no solo la fluidez de la sociedad actual, sino también su capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias. El sociólogo polaco-británico toma como referencia el principio de la hidráulica según el cual un líquido, vertido sobre una superficie determinada, tiende a ocupar la mayor parte del mismo. 

Esta sociedad líquida, incluso gaseosa por la rapidez y contundencia en la que se producen los cambios, nos sitúa en un escenario de transitoriedad constante. Ante la incertidumbre, es necesaria una exhaustiva preparación a partir de la búsqueda de datos y previsión de escenarios. La enseñanza de Bauman cobra especial relevancia dentro el contexto actual, en el que, como consecuencia de la pandemia, se han acelerado los cambios, especialmente en el campo de las energías renovables.

 

Prestar atención al contexto y los datos para anticipar los cambios
Aunque el tren de la transición energética ya estaba en marcha años antes, ha sido en 2020 cuando ha comenzado a tomar velocidad de crucero, ocupando la primera plana de las agendas de los gobiernos de todo el mundo, empresas multinacionales y, por supuesto, del Ejecutivo español. La industria fotovoltaica no es ajena a este proceso y tiene como principal reto anticiparse y adaptarse a los cambios que vienen, en función de los recursos materiales y financieros del momento, para así adaptarse al tiempo que le ha tocado.

La hoja de ruta de la fotovoltaica española para los próximos años debe definirse atendiendo a tres importantes áreas: regulación, internacionalización y eficiencia. En primer lugar, se debe asegurar un marco regulatorio nacional estable para dar confianza a las empresas y a los inversores. En cuanto a la internacionalización, es necesario el impulso a un ecosistema de crecimiento innovador para ser referencia en el exterior. Todo ello con la vista puesta en aumentar la eficiencia, consiguiendo que la fotovoltaica sea una tecnología más innovadora, rentable y segura.

Otro de los cambios que han dado un giro a nuestra sociedad es la crisis de desabastecimiento de materias primas. Esta situación nos ha enseñado que debemos construir un sector estructuralmente sólido para ser autónomos respecto de la situación en Asia, de la que actualmente en Occidente somos especialmente dependientes. Esta independencia ha de impulsar el crecimiento de otros sectores industriales redundando en un mayor desarrollo económico para nuestro país.

La fotovoltaica no puede ni debe ser un verso suelto dentro del ecosistema industrial español: ha de alimentarse y, a la vez, alimentar a otros sectores complementarios como el metalúrgico, el logístico o el de la construcción. El tiempo de los sectores estancos, con filosofía de francotirador, pasó a la historia y ahora es más necesaria que nunca la unión de fuerzas para aupar entre todos al sector.

 

Liderar el sector fotovoltaico gracias a tecnología de vanguardia
La fotovoltaica española cuenta con amplia capacidad para liderar el sector a nivel internacional. No se trata de solo de ser grandes productores de energía solar gracias a poder disponer del recurso solar por nuestra ubicación geográfica, sino que también hemos de aportar la tecnología y la innovación para convertirnos en una referencia mundial por nuestra competitividad. Una de las herramientas fundamentales para la consolidación de este objetivo pasa por el impulso al mercado de las estructuras y los seguidores solares, que en los próximos años experimentarán un importante crecimiento en sus ventas motivado por el desarrollo de proyectos fotovoltaicos dentro y fuera de nuestras fronteras. La I+D+i en este ámbito es fundamental para garantizar la seguridad, eficiencia, rentabilidad y sostenibilidad de los desarrollos fotovoltaicos.

El papel de estos elementos es de vital importancia para el sector: los seguidores y estructuras solares requieren adaptarse a cada vez más tipos de circunstancias y terrenos sobre los que se vaya a desarrollar el proyecto y, al igual que en la “modernidad líquida” de Bauman, necesitan esa capacidad para cumplir su función. El fotovoltaico es un sector flexible en todos los sentidos: desde el punto de vista técnico y como un sector que se anticipa y se adapta a los nuevos escenarios que están por venir.

Artículo escrito por:
Javier Iglesias director comercial de ESAsolar